Crítica de Work Bitch de Britney Spears o por qué se ha estropeado el pop
Cuando el POP era POP
David Mediavilla
Se filtra 'Work Bitch' de Britney Spears sin autotune
Britney Spears estrena el vídeo de 'Work Bitch'
¿Os acordáis de cuando esperábamos ansiosos el nuevo single de Britney Spears, Lady Gaga, Madonna, Katy Perry, Rihanna, Beyoncé...? ¡Qué tiempos aquellos!
Ilusión por un nuevo trabajo de tu artista favorita, que apoyada en su equipo de producción, trataba de sorprender al mundo.
¿Os acordáis de cuando era su voz lo que realmente importaba? ¿lo que intentaba transmitirte?
Melodías pop frescas, trabajadas y como buenas artistas de lo mainstream, adictivas.
Pop, del auténtico, del puro. Del superficial, del divertido, del simple pero intenso. Pop transgresor, con mensaje. Pop antes de David Guetta.
Y es que, ¿que fatídico día el productor dio un golpe de estado? Currantes en segundo plano con delirios de grandeza...
Primero fue Guetta, pero fueron muchos sus seguidores, los que, a golpe de talonario se hicieron con el control y la personalidad de las artistas. El dance se hizo con el pop, despacito, casi de puntillas... hasta convertirse en los nuevos protagonistas.
No quiero desmerecer su trabajo, solo pretendo ser ordenado. El house, con el house, el pop... con el pop. Y es que empiezo a estar harto. Work Bitch ha sido la gota que ha colmado mi vaso. Me gusta, me divierte, pero no es Britney, es Will.i.am disfrazado de ella el que nos intenta vender la moto de su nueva y excesiva producción.
Ya no distingo entre Los 40 Principales y Máxima FM, básicamente porque no hay diferencia, todo es dance, todo es pop y ya no existen ninguno de los dos.
Lo mucho cansa y lo poco agrada, y la única verdad es que ahora solo existe ese nuevo género al que llaman globalmente 'música comercial', un batiburrillo de house y pop en el que los forofos de la electrónica también lamentan la pérdida de su carácter alternativo y underground.
No quiero ponerme melancólico que eso me suma años, pero ¿cuándo volverán los 90? Las hombreras, el petardeo, el pop en mayúsculas y allí, en la esquina, bien escondiditos, los locales de música electrónica underground. Cada uno con sus virtudes, cada uno con sus defectos, con sus protagonistas, con sus seguidores... pero sobre todo cada uno bien diferenciado y ordenado en sucajón.
Y es que para gustos los colores y, llamadme clásico, pero el amarillo es amarillo, el marrón es marrón y a mí me desagrada profundamente el color camel.
