El clavadista olímpico Matthew Mitcham se sincera sobre su lucha contra la adicción y el chemsex
Foto vía Getty Images
El clavadista olímpico Matthew Mitcham ha hablado abiertamente de sus dificultades para llegar a los Juegos Olímpicos: su salida del armario, su lucha contra las drogas y el alcohol y sus problemas de salud mental, que intentaron interponerse entre él y su sueño.
En una nueva y sincera entrevista con PinkNews, el atleta se sumerge en profundidad para hablar de su lucha contra la adicción y el camino a seguir desde entonces.
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Mitcham explica que, a lo largo de su carrera de submarinista, tenía que entrar en una fase de desintoxicación en cuanto se avecinaba una competición.
"Ese proceso fue horrible", dice.
"Cada vez, como era tan horrible, me prometía con cada célula de mi cuerpo que no volvería a consumir drogas después de esa competición. Y cada vez no podía mantener esa promesa, porque estar dentro de mi propia cabeza era insoportable.
"Hay algo bastante desgarrador en hacerse una promesa a uno mismo con absoluta convicción y no poder cumplirla", explica. "Hay algo bastante desgarrador en hacerse una promesa a uno mismo con absoluta convicción y no ser capaz de cumplirla".
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No fue un viaje fácil. Un día me decía: "No, no soy [gay]. ¿Qué estoy haciendo?" Y al día siguiente decía: "Claro que lo soy". Y un día me dije: "Lo soy, y tengo que dejar de mentirme a mí mismo". ...Quería que la gente me mirara, y si [...]
La lucha de Mitcham con las drogas y el alcohol se había desarrollado en su adolescencia, después de que empezara a aflorar su depresión.
"Podía ver que mi consumo de drogas ya era un poco problemático en esa etapa", dice. "Sentía que era mi billete para ser especial, como si fuera mi única opción".
Ni siquiera ganar el oro en los Juegos Olímpicos de 2008 pudo romper el ciclo, ya que ese subidón inimaginable volvió a caer en picado una vez que regresó a la vida normal.
"Todo eso volvió con venganza después de Pekín", recuerda. "Me avergoncé mucho por tener depresión y por sentirme como me sentía, porque me parecía injustificado".
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"Literalmente, no podía hacerlo solo. Ir a rehabilitación fue el último recurso", dice.
"Me daba mucho miedo estar en el ojo público, ser reconocido, estar en el deporte: hay un gran tabú con las drogas y el deporte", explica. "Había mucho miedo que me impedía hacerlo, pero al final fue la mejor decisión que he tomado".
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Su valentía para pedir ayuda, incluso en público, se vio recompensada con creces. Hoy puede afirmar que su rehabilitación le ayudó a romper el círculo vicioso.
"El consumo de alcohol y drogas es una forma muy poderosa de cambiar tu forma de sentir", explica. "Al ir a rehabilitación, aprendí muchas otras herramientas para cambiar la forma en que me siento -formas mucho más eficaces de cambiar la forma en que me siento- que no tienen estas consecuencias añadidas".
Mitcham, siete años sobrio, trabaja ahora para ayudar a otros a superar su adicción del mismo modo que le ayudó a él su rehabilitación.
El olímpico es voluntario de la organización Controlling Chemsex, que trabaja para combatir la dependencia de las drogas en los encuentros sexuales de la comunidad LGBTQ+, especialmente en el caso de los hombres homosexuales.
"Me apasiona ayudar a las personas que tienen estos problemas, porque son insidiosos", afirma.
"La gente debería poder tener relaciones sexuales sin las ataduras de tener que estar colocada".
No hace falta la valentía de saltar desde un trampolín de 10 metros de altura para abandonar la adicción; basta con tener el valor de pedir ayuda.
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