El Palacio de Buckingham podría haber albergado un burdel gay
Según los historiadores, es probable que hace cientos de años hubiera un burdel gay en el lugar donde ahora se encuentra el Palacio de Buckingham.
Según el ensayo de 2013 del historiador LGBT+ Norton Rictor The Gay Subculture in Early Eighteenth-Century London (La subcultura gay en el Londres de principios del siglo XVIII), es posible que los puntos de encuentro gay y los burdeles hayan empezado a aparecer en Londres a principios del siglo XVII.
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Aunque las pruebas son escasas, en 1649 el político inglés Clement Walker hizo una observación que ha fascinado a los londinenses durante siglos.
En su Anarchia Anglicana, Walker escribió que "había "sodomitas y espinacas recién levantadas en el Mulberry Garden de S. James".
En aquella época, el término "sodoms" podía referirse a los burdeles de cualquier tipo, pero la palabra "spintries" se utilizaba específicamente para referirse a los trabajadores sexuales masculinos homosexuales.
Curiosamente, puede que la familia real británica no haya sido la primera reina en frecuentar el emplazamiento del Palacio de Buckingham, ya que el lugar en el que se encontraba el Mulberry Garden es ahora la esquina noroeste de la residencia real.
Ser gay era algo común en el Londres del siglo XVII, no sólo en el burdel del Palacio de Buckingham
Aunque es muy posible que haya habido un burdel gay en los terrenos del Palacio de Buckingham, Norton Rictor explicó que el sexo gay era casi siempre por placer, no por lucro, en el Londres del siglo XVII.
Los comentaristas de la época tenían poco lenguaje para referirse a las personas LGBT+, y a menudo modificaban las palabras que hacían referencia al trabajo sexual heterosexual, por ejemplo "he-strumpets" y "he-whores".
Es poco probable que esto signifique que los gays sean trabajadores del sexo, sino que los comentaristas sólo pueden expresar su indignación moral por la homosexualidad utilizando un lenguaje relacionado con la prostitución.
Sin embargo, ser gay o bisexual no era algo inusual en aquella época, y algunas figuras de alto nivel eran completamente abiertas al respecto.
John Wilmot, poeta y segundo conde de Rochester, se sinceró sobre sus amores homosexuales en su poesía.
En un poema, escribió: "Hay una dulce y suave página mía,
Hace el truco que vale cuarenta mozas".
Otro poema que escribió decía: "Ni nuestros amores, Chloris, serán olvidados,
Cuando cada uno el linkboy bien mirado se esforzó t'enjoy,
"Y el mejor beso era el que decidía, si el chico te follaba, o yo al chico".