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La escuela de niñas de Lee Mi-Mi, una joya taiwanesa de 1982, restaurada a tiempo para su 40º aniversario, es una cosa muy variada. Proyectada en el Reino Unido en el BFI Southbank como parte de Queer East, un festival de cine LGBTQ+ que muestra tesoros menos conocidos del cine del este y el sudeste asiático, Girls' School es una cápsula del tiempo sobre las actitudes sociales hacia la homosexualidad en el Taiwán de los años 80, en el punto de encuentro entre el cine comercial y el de autor.
Como lugar de vigilancia, impulsos tempestuosos y camaradería sanadora, las escuelas para chicas pueden ser un microcosmos de la sociedad y tienen una intensidad psicológica que ha fascinado a generaciones de cineastas. Suspiria (1977), de Dario Argento, ve estos lugares como una fuente de horror y misterio, mientras que The Prime of Miss Jean Brodie (1969), adaptación de la obra teatral de Muriel Spark, disecciona las complejas fuerzas patriarcales que controlan la educación de las jóvenes. Las escuelas de niñas también son un terreno propicio para la exploración del homoerotismo y la sexualidad incipiente. En Mädchen in Uniform (1931) y en Olivia (1951), de Jacqueline Audry, el lesbianismo surge como la fuerza transformadora que alivia la soledad de la infancia.
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Girls' School puede parecer una obra menos subversiva a primera vista, pero su ojo para el realismo emocional es extraordinario. En torno a la íntima amistad entre dos estudiantes, Chih-Ting y Chia-Lin, cuya cercanía atrae los rumores maliciosos de sus compañeras de clase, Girls' School observa astutamente los detalles de los vínculos femeninos y la vida escolar. Con sus uniformes de camisas blancas y faldas negras plisadas, las alumnas marchan en líneas rectas cuando se reúnen para la ceremonia de apertura del semestre. En las clases, se lanzan juguetonas pullas a los profesores o se pasan discretas notas adornadas con intrincados dibujos. Es como si los pasillos de la escuela, e incluso el encuadre de la cámara, apenas pudieran contener la energía juvenil de las adolescentes.
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El abandono familiar sufrido por Chih-Ting, que procede de un hogar desestructurado, ha contribuido a alimentar una devoción desmedida por Chia-Lin que aleja a los compañeros y alarma a los profesores. La adoración "excesiva" de Chih-Ting es especialmente interesante: encarna la embriagadora volatilidad de la adolescencia, y el "exceso" de sus emociones constituye el carácter general de la película, una resistencia a los intentos punitivos de contención.
Incluso cuando la trama se desvía hacia la tragedia repentina, Girls' School no es la típica historia triste de maricas. La directora Lee Mi-Mi teje un naturalismo poético característico de la nueva ola taiwanesa. Las jóvenes recorren la ciudad de Pingtung -la ciudad natal de Lee- y sus lacrimógenas palabras de separación se pronuncian en una playa rocosa azotada por la ola del océano; todo duele con la agridulce fragilidad de la juventud. La veta de conservadurismo que aparece ocasionalmente podría ser un eco de la ideología social dominante de la época, pero para los espectadores queer de entonces, ser testigos, a través de una mirada femenina, de cómo las jóvenes se cuidan apasionadamente unas a otras sigue siendo una experiencia embriagadora.
