La comunidad GAY, una de las más afectadas por la "turismofobia".
El debate tras el término de nueva creación "turismofobia" es uno de los grandes protagonistas de este verano del 2017, ya que mientras hay quien lo ve como un movimiento antiglobalización o una defensa a la desesperada contra la gentrificación, hay quien afirma que es una actitud agresiva y vandálica contra el desarrollo y las nuevas iniciativas empresariales.
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Pero tras algunos de estos conflictos y actos de agresión en ocasiones se esconde algo más y en alguno de los barrios más tradicionalmente gay-friendly de España, como puedan ser el barrio de Chueca en Madrid o el Eixample de Barcelona, las agresiones homófobas han crecido de manera desproporcionada este verano, muchas de ellas camufladas entre los ya habituales ataques a turistas.
Un conflicto que resultaba previsible dado que el turismo gay creció en España hasta un 28% durante el pasado ejercicio 2016, destapándose como uno de los grandes baluartes de la industria turística nacional.
Comienzan a ser tristemente habituales ciertas escenas de persecución de turistas gays a los gritos de "¡No os queremos aquí!", "Volved por dónde habéis venido" o el ya comentado en muchos medios "Este barrio es para los vecinos, no para los maricones" que desató un nuevo episodio de violencia homofóbica hace unos días.
Y es en esa fina línea en la que la "turismofobia" se encuentra con la "homofobia" de toda la vida, ya que de los insultos denunciados por los turistas o registrados por los medios, palabras como "maricón" aparecen demasiado a menudo. ¿Es esta protección de los valores tradicionales de una zona una nueva forma de que aquellos con tendencia a perseguir lo que no comprenden se manifieste?
CromosomaX.com ha podido constatar que es una pregunta que ya empieza a estar presente en la mesa de las principales asociaciones LGBTI y que, como fondo, tiene la lógica preocupación de que la oleada de homofobia que recorre algunos países de Europa del Este se propague por países como el nuestro camuflada de "turismofobia".
Esta oleada de "turismofobia" comienza a mostrar efectos colaterales y más caras de las que en un primer momento se estimaban, contagiándose de movimientos racistas, homófobos o sexistas ya existentes en ciertos sectores de la población.
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