La muerte de Robin Williams nos jode
Nos despertamos con la muerte de Robin Williams, se nos queda cara de tontos y tristes y no tenemos ganas de sol de agosto, porque viene con la sonrisa torcida, lleno de manchas oscuras y quema.
Anoche, la policía encontraría el cuerpo sin vida de Robin Williams en su casa de Tiburón, San Francisco. La causa de la muerte, asfixia, las primeras hipótesis, suicidio. Y es que el actor más entrañable de los 80-90-00 llevaba ya demasiados años inmerso en una depresión más espesa, infranqueable, peligrosa y con menos posibilidad de escape que la jungla de 'Jumanji'.
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Detrás queda el trabajo de un tipo sensible, leído y con un gran amor por la música, los videojuegos, los comics y, sí, el alcohol y las drogas. Encontrando en las más divertidas combinaciones de todos estos elementos la fórmula necesaria para que le brillasen los ojos al niño que siempre llevó dentro y fuera.
Un tipo al que Hollywood trató de encasillar mil veces y que encontraba en obras como 'El Rey Pescador', 'Una Jaula de Grillos', 'El Indomable Will Hunting' o 'El Club de los Poetas Muertos' la posibilidad de escapar de los personajes histriónicos que se veía casi empujado a interpretar ('Sra Doubtfire', 'Flubber'...) y, sobre todo, del mismo papel de niño grande que lo perseguía como una pesadilla sin fin, caso de 'Hook', 'Jack' o 'Jumanji'.
Por la parte que nos toca, nos queremos despedir de Robin Williams con un fragmento de 'Una Jaula de Grillos', una película que él mismo se encargaría de promover junto a sus grandes amigos Nathan Lane y Mike Nichols, todos muy amantes de la versión original francesa, titulada 'La Jaula de las Locas'.
La muerte de Robin Williams nos jode, para qué os vamos a mentir. Y hoy va a costar sonreír un poco más de lo que ya viene costando en este mundo cada vez más árido y ansioso por encontrar luces como las que brillaban en los ojos de niño perdido de un tipo cualquiera llamado Robin.
