La negativa de Lady Gaga a avergonzarse de los rumores sobre su género
"¿Por qué demonios voy a perder el tiempo y dar un comunicado de prensa sobre si tengo pene o no? A mis fans no les importa y a mí tampoco".
Si creciste entre finales de la década de 2000 y principios de la de 2010, es casi seguro que recuerdas -o, al menos, recuerdas vagamente- la extendida teoría conspirativa de que a la estrella del pop Lady Gaga se le asignó un sexo masculino al nacer.
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Crecí en una época en la que la representación trans se limitaba a un chiste puntual en películas burdas como Ace Ventura: Pet Detective o artículos de terror en tabloides sobre tíos que descubrían que sus citas tenían un pene, este circo de payasos de una campaña de acoso contra la entonces recién llegada al pop era, retrospectivamente, poco menos que repugnante.
La retrospectiva es un infierno. En retrospectiva, los medios de comunicación deberían avergonzarse de la forma en que perpetuaron la teoría de la conspiración. La forma en que consumíamos las noticias era diferente en aquella época y era fácil dejarse arrastrar por el furor ignorante de las revistas de moda, junto a las fotos de una Britney Spears calva y Lindsay Lohan saliendo del juzgado. Qué tontos prejuiciosos éramos.
Yo tenía entonces 12 años. Al igual que mis compañeros de clase, no comprendía el verdadero alcance de lo problemático que era todo este asunto y, ya fuera por la presión de los compañeros o por ignorancia juvenil, me reía de la idea de que una chica tuviera pene, pero siempre tenía un nudo subconsciente en el estómago cuando se sacaba el tema.
Con el paso del tiempo, las risas disminuyeron y la prensa pasó al siguiente tema del mes, pero Lady Gaga, a pesar de todas las burlas y mofas, se mantuvo firme y nunca aclaró del todo su identidad de género. Era la primera vez que el público en general se interesaba por las personas trans más allá de un chiste, y ella se enfrentaba a los prejuicios sociales con un éxito rotundo.
Hay una razón por la que los viejos artículos de ABC News que calificaban a Gaga de "él-ella", y los descojonantes blogs que analizaban fotogramas congelados de la cantante supuestamente con un bulto en la entrepierna, han quedado en el olvido, mientras que su entrevista de 60 Minutos con Anderson Cooper se sigue compartiendo hoy en día: porque lo que está diciendo tiene todo el sentido del mundo: ¿a quién demonios le importa?
"Tal vez sí tenga pene, ¿sería tan terrible?", pregunta en el vídeo. Es difícil exagerar, en una época en la que las historias que denigran a las personas trans son moneda corriente, lo impactante que fue para mí y para tantos otros niños que crecían en aquella época antes de la transición.
De repente, ser una persona trans ya no era una burda broma, a menudo muy asociada o confundida con travestis y estereotipos de "travesti" de pacotilla. Lady Gaga acababa de utilizar un intento de la prensa sensacionalista de arruinar su carrera para hacer una gran reflexión sobre la forma en que se juzga a las mujeres, cis y transexuales, por su apariencia o identidad percibida, más que por sus acciones.
Esto es algo que siempre he admirado de la estrella del pop. En los años siguientes, sobre todo en sus inicios, ha habido muchos intentos de pintarla como una marginada atípica que no pertenece a la industria, desde su infame vestido de carne hasta su extravagante sentido del estilo.
En lugar de negar que es todas esas cosas y más, las acepta. No se trata de negar los rumores para ajustarse a las reglas de la normalidad, sino de cuestionar por qué existen esas reglas.
Digamos, hipotéticamente, que fuera una mujer trans. Digamos que cuando Cooper le hizo esa pregunta, ella confirmó que ella era, de hecho, pre-op - ¿qué cambia?
Lady Gaga es quien es y está dispuesta a enfrentarse literalmente a la escoria de la prensa rosa para ser fiel a sí misma. En parte gracias a su descarada voluntad de ser ella misma, yo acepté lo que soy y acabé haciendo la transición años más tarde.
Han sido aliados como Lady Gaga los que han estado al lado de la comunidad transexual y han contribuido a que se oiga nuestra voz sin necesidad de que haya una banda sonora que la acompañe. Por ello, no tengo más que admiración y agradecimiento.