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Prostitución gay legal, ¿a favor o en contra? ¿cuánto cuesta?

PROSTITUCIÓN GAY

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Prostitución gay legal, ¿a favor o en contra? ¿cuánto cuesta?

 Asociaciones públicas y privadas, ONGs, medios de comunicación, partidos políticos, celebridades de todo el mundo e incluso el propio gobierno lleva años con el debate de si debería penalizarse o legalizarse la prostitución y, para la parte que a nosotros nos importa, la prostitución gay

Irónicamente, al colectivo al que menos se le ha preguntado acerca de este tema es al de los propios trabajadores y trabajadoras de la industria sexual, quienes sufren las consecuencias en forma de falta de seguridad, desamparo social o incidentes graves en forma de violaciones, agresiones, acoso o incluso asesinato. Actualmente, por cantidades tan bajas como 10€ puedes recibir una felación y por 30€ un servicio sexual integral en algunos locales de mala muerte de Chueca (legales o no) o incluso en plena calle. Lo que no deja de ser triste a la vez que peligroso para la seguridad de estas personas. 

Con todas estas opiniones por delante, hemos decidido hacer un listado de los principales argumentos a favor y en contra de legalizar o penalizar la prostitución gay.

Argumentos a favor y en contra de penalizar la prostitución gay

1. La industria del sexo gay no es una industria como cualquier otra.
 
Desde hace siglos, las principales asociaciones criminales del planeta han tenido vínculos y lazos directos con la industria del sexo, desde las actuales mafias rusas o del sudeste asiático a la tradicional camorra italiana, pasando por pequeñas asociaciones locales, todos han querido sacar dinero de un mercado siempre fuerte y carente de regulación y legislación. Lógicamente, legalizar esta industria protegería a los trabajadores, pero... ¿Haría que estas mafias encontrasen nuevas vías para la trata de blancas? ¿Se podrían estos establecimientos regular y auditar correctamente? ¿O simplemente se dotaría de más instrumentos y recursos a algunas de las asociaciones más peligrosas del planeta?

En nuestra opinión, si es posible establecer un sistema de inspección, auditoría y regulación serio, que esta actividad estuviese bajo el amparo de las leyes nacionales haría que estos trabajadores y trabajadoras estuviesen más protegidos.

2. La clientela, a menudo, se ve amparada por la falta de transparencia.

Esta oscuridad legal, penal e incluso social ha desembocado en muchas ocasiones en que la clientela de este tipo de servicios de vea libre de ejercer cualquier tipo de acción en su provecho, desde estafar al trabajador a sobrepasarse cada vez que lo estime, siempre desde una perspectiva de abuso de poder. En los países nórdicos se ha estado persiguiendo a proxenetas y clientes, pero nunca a los trabajadores, fortaleciendo la seguridad y tranquilidad de estos respecto a unas condiciones laborales mínimas.

Este equilibrio de poder se nos antoja totalmente necesario en cualquier camino hacia la legalidad. 

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3. Normalización y regulación social de las labores de un trabajador social.

La prostitución debe ser considerada siempre un trabajo como cualquier otro. Una regulación legal y penal conduciría sin duda a una mayor aceptación social de esta profesión. Si bien el sexo siempre es un tema tabú por naturaleza, la ilegalidad del sexo consentido pero pagado, conlleva unos matices de oscuridad en los que la profesión se criminaliza a ojos del resto de la sociedad. 

Una regulación laboral, con sus sindicatos y régimenes, aunque no eliminaría la etiqueta sexual de esta profesión, sí eliminaría el cariz criminal que actualmente posee.

4. La violencia en las calles hacia los trabajadores y trabajadoras. 

Este desamparo legal y penal acaba desembocando en numerosas ocasiones hacia episodios de violencia salvaje hacia los trabajadores sexuales. Proxenetas, organizaciones y los propios clientes ven a estos como objetivos perfectos al estar excluidos en derechos civiles. 

Denuncias de desapariciones, crímenes sin resolver o violaciones y mutilaciones que no llegan a comisaría son uno de los mayores problemas de este sector. Ampararla bajo una regulación óptima y accesible podría dotar a estas personas de más derechos y tranquilidad. 

5. La cosificación y la trata de blancas.

Los seres humanos nunca deberían ser tratados como objetos, ganado (ni siquiera el ganado debería ser tratado como ha sido tratado históricamente) y recursos desechables. Actualmente, se cuentan por miles las personas que son prostituidas contra su voluntad y distribuidas por todo el planeta para su venta o alquiler sexual. Y cuando ya no interesan, son desechados como se desecha un kleenex usado. 

Estas personas necesitan ser reconocidas, atestiguar sin coacción que su actividad es no solo consentida, sino elegida por él mismo y sentirse una persona con cualquier otra, con sus intereses, deseos y desarrollo personal. 

Eliminar esta trata de blancas de organizaciones criminales (e incluso en ocasiones en colaboración con algunos gobiernos) deber ser el primer paso ineludible de cara a regularizar este servicio de sexo pagado y elegido.

La prostitución gay o no es un tema tan espinoso como delicado y doloroso para los trabajadores y trabajadoras sexuales, de cara a mejorar esta situación, despenalizar, legalizar o regular podría ser una solución parcial de estos problemas. Siempre, por supuesto, en el caso de que estas medidas se hicieran partiendo de la elaboración de un sistema aplicable y funcional y vigilando de cerca la corrupción que afecta a otros sectores.

Lo que sí parece más evidente es que, hacia un lado u otro, todas estas vidas humanas exigen que se comiencen a dar pasos que mejoren su difícil profesión, desde nuestro punto de vista, ha llegado el momendo de que el gobierno español, la unión europea o las naciones unidas afronten esta situación con la importancia que tiene. 

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